Tanatografía

24 febrero, 2015

Cultura pop

Publicado en Actualidad, Arte, Reflexión

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Todo surge de pistear una serie documental de RTVE, Ochéntame otra vez, el enésimo intento de mitificar la Movida como pretendida revolución cultural, en realidad operación de marketing, y por eso mismo, la evidencia del agotamiento de un modelo hoy especialmente encumbrado en los medios. Después, con el tema de las tribus urbanas en mente, leía un informe del Injuve del año 2004, que llama la atención por el enfoque científico-burocrático, ciego ante una realidad no comprendida; ni la experiencia personal de los jóvenes, ni la perspectiva de los patrocinadores, quienes en el fondo mandan ejecutar el informe.

Y así, elucubrando una suerte de Historia de la disidencia (que conectaría las herejías cristianas, los libertinos de la Revolución ilustrada, las utopías piratas, el decadentismo fin de siglo, el dandismo, los malditos, la bohemia, hasta las vanguardias previas a la Segunda guerra mundial y su disolución posterior en la cultura popular y contracultura, hoy aldea global virtual),[1] me encuentro con el libro La Facción Caníbal. Historia del Vandalismo Ilustrado, de Servando Rocha, que también ha prologado Ángeles Fósiles de Alan Moore, en el que estoy muy interesado.

Desde mi punto de vista, su generación representa la cara oculta de la Movida, que se ha desarrollado en las catacumbas durante todos estos años hasta su madurez actual, llamada a sustituir a la generación anterior que, dicho sea de paso, fenece a un ritmo endiablado.

En el fondo, intento tomar conciencia de mi propia posición con respecto a mis influencias inmediatas.

 


[1] Gárgoris y Habidis, La zona temporalmente autónoma, ya citadas, Rastros de carmín (1989) Greil Marcus, Asalto a la cultura (1988) Stewart Home, Poder freak (2009-2014) Jaime Gonzalo, Velocidad de Escape (1995) Mark Dery.

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