Tanatografía

14 marzo, 2016

Derechos de autor

Publicado en Arte, Catálogo, Dibujos, Fotos, Ma(k)ia, Material, Reflexión

Propuestas inspiradas en, o casualmente relacionadas con, FELIZ 1984.

 

El caso FELIZ 1984, Abogado del diablo.

Os lo comento tal y como me lo planteo, después de mucho tiempo dándole vueltas, aunque por fin parece el momento adecuado y dispongo de toda mi energía. Adjunto algunas evidencias del delito, artístico cuando menos, atentado a la inteligencia y al gusto, en el sentido negativo en cualquier caso. Pero vamos por partes:

 

La propiedad intelectual no depende del registro comercial.

 

Este sería el motivo de la discordia principal desde hace unos años, pero que en la actualidad adquiere tintes patéticos, en las pestañas de los productos: Mujer, Niños, Accesorios, Carcasas. Tengo guardado un mensaje de 2011 que dejé como aviso en la sección Repport design de la web y que ignoraron.

 

Los límites entre la copia y la inspiración dependen del provecho económico.

 

Aquí otros ejemplos de lo que no considero tan descarado, aunque también merece un toque de atención, porque la idea es lo que cuenta y la ejecución despista la intención original, en cada caso de una manera, cada cual peor. Es decir, casi nadie recuerda a Huxley.

De La Tostadora tengo correos electrónicos donde me responden hace 3 años: «Sentimos lo ocurrido. Ya hemos eliminado el diseño de la tienda del usuario que lo subió (no se vendió ninguna unidad), y hemos puesto sobre aviso al usuario para que no vuelva a repetirse.» No ha tardado mucho en volver a como estaba.

Y en Pinterest hay una versión re-traducida al inglés, Happy 1984, que es de traca, porque la traducción adecuada, y mira que he intentado propagarlo por la red, es: Brave New 1984. Lo comento por la importancia de esta versión, que ha ganado adeptos los últimos años y creo que no hay todavía nada comercializado. A nadie le importa Huxley una mierda, está claro.

 

El arte urbano es anónimo y de dominio público.

 

Esto es lo que aparece en Wikipedia Commons, sobre la foto en realidad, aunque es mero documento del motivo por el que tiene tantos enlaces (la relación entre contenido y continente): Nineteen Eighty-Four, Stencil, Street art, Video game culture... Recuerdo que hace tiempo edité una entrada explicando la mala interpretación, pero hay que buscar a fondo para encontrar la mísera referencia.

 

Desde mi punto de vista, como artista anónimo que está en contra de los derechos de autor pero invoca la propiedad intelectual y comercial, inherente e inalienable, entre otras cosas por no haber muerto, ni haber pasado 75 años, quiero denunciar la violación de mi obra gracias a artimañas legales amparadas en leyes que solo favorecen la explotación comercial en contra de la difusión cultural, libertad de expresión y libre empresa, porque se oponen al sentido original con que fue concebida y realizada. Y desde mi voluntad artística, quiero declarar la no comercialización de esta obra, ni la exhibición en otro lugar que en su contexto original, el espacio público urbano (nada que decir de las realizadas en algún espacio privado, que pertenecerán a sus propietarios respectivos, digo yo).

La prueba que respalda la veracidad y autentifica la propiedad del diseño se basa en la propia plantilla (stencil), como el único negativo de diferentes copias fotográficas, pero manufacturada por el autor y no producto de una versión o reproducción mecánica o digitalizada «que saqué de algo que me moló en Internet» impunemente. Además, esta obra está homologada indirectamente por la Facultad de Bellas Artes Sant Jordi, Universidad de Barcelona (U.B.), porque fue evaluada como ejercicio de clase y es parte de mi trabajo fin de carrera, del que no hubo copia o registro en su momento.

Después llegué a solicitar la donación de mi Exposición retrospectiva virtual 1996 – 2000, como patrimonio de la facultad, para que constase, pero los muy desgraciados me aburrieron con la kafkiana circularidad de la burocracia como manera de ignorarme educadamente, pero burlándose también, o creyendo ellos que yo intentaba lo mismo; no dando crédito vaya. No conseguí ningún papel firmado, correos sí. También existe el registro fechado y autografiado en mi diario de notas de trabajo.

Respecto a la venta, tengo una colección de 50 diseños para camisetas y demás merchandising (ninguno de los modelos contiene versiones de plantillas realizadas en el espacio público), que se encuentra en fase de comercialización desde hace 4 años, pero es retrasada indefinidamente debido a esta situación y los problemas legales derivados si intento registrar lo que ya es mío de antemano. Para todos los diseños no incluidos en el punto anterior, los que considero Arte Urbano y no ropa, moda o propaganda artística, contemplo la idea de ofrecer gratis la copia privada de los archivos, para su posterior elaboración a gusto del espectador, por su cuenta o en cualquier servicio de impresión, y no en los mencionados arriba o cualquier otro en exclusiva, salvo si tuviera mi aprobación explícita. No me hago responsable del uso incorrecto que puedan hacer de los archivos terceras personas, del correcto sí.

El objetivo principal de todo esto es la interrupción inmediata de la abusiva comercialización, pero también constituir una llamada de alerta sobre los derechos de autor, copyleft y variantes, y lo que no contemplan de antemano o atacan directamente: la libertad de expresión, artística y empresarial. Si conseguimos sacar toda la pasta posible como indemnización, mínimo lo que hayan ganado a mi costa los seudoautores y las empresas, y así además conseguimos el reconocimiento por nuestros respectivos trabajos en un sector más amplio, mejor. Mi interés personal es convertir todo el proceso y su documentación en una obra de arte legal, que no legalizada, es decir, registrada.

Lo olvidaba, será imprescindible preservar mi anonimato en todo momento, o seudónimo ctrl.TXZ, por ser parte indispensable de mi forma de expresión artística, cuya actividad se detuvo con las sanciones administrativas y la alarma social, hoy restablecida con la institucionalización política, mediática y económica del movimiento artístico llamado Arte Urbano, ya desposeído de todo su potencial artístico inicial, por lo menos hasta 2003.

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