24 abril, 2016
Un cero infinito
Publicado en Arte, Ciencia, Dibujos, Educación, Entea, Escritura, Ma(k)ia, Material, Reflexión
No sé lo que escribo hasta que lo leo.
No sé lo que hago hasta que sufro las consecuencias.
No comprendo hasta que pienso.
Hoy he terminado de transcribir la Tercera parte de mi Tanatografía. (Paradoja existencial literaria.) Solo queda elaborar la Cuarta parte, añadir las notas bibliográficas, escribir el Prólogo y corregir hasta el infinito.
[Prólogo a la edición en papel:]
Everybody keeps on talking about it, but nobody’s getting it done.
I’m tryin’, tired, tired of listening, listening, knowing that the shit’s gotta run.
Yeah (Crass Version) LCD Soundsystem, 2004.[1]
Este libro es una colección de documentos gráficos que aborda la compleja multiplicidad de la realidad, donde se solapan diferentes perspectivas simultáneamente, y que puede interesar o ser entendido, dependiendo de quien lo lea, como la práctica de un original modelo de aprendizaje o cognitivo, la trayectoria de un artista anónimo, un proceso de desarrollo y terapia psicológicos, la proposición de un singular ejercicio filosófico, un experimento científico caótico basado en el método de la intuición, un proyecto de tecnología inmaterial, una iniciación esotérica, una ficción literaria o el reflejo de un momento histórico determinado, entre otras interpretaciones inadvertidas.
Porque el objetivo principal de hacer pública esta investigación personal es servir de inspiración para quienes, como yo, pretenden comprender las dificultades y compartir los descubrimientos propios, independientemente de la disciplina a la que pertenezcan o su circunstancia específica en el camino del (auto)conocimiento. Por eso, en lugar de recurrir a las convenciones que presentan el saber como algo acabado y objetivo, susceptible de ser transmitido mediante el recurso didáctico del razonamiento, aquí se muestra el proceso mismo de construcción cultural[2] como intento subjetivo, parcial e incompleto de entender la realidad que vivo, mi lugar en el mundo. Pienso que este cambio de perspectiva puede servir de ejemplo para la creación de un modelo válido por lo menos en las Ciencias humanas, que en el fondo son todas, donde lo importante es la relación de la experiencia colectiva sintetizada en fórmula o teoría, con la práctica cotidiana que le da sentido concreto o utilidad empírica y no como abstracción generalizable a nivel universal.
Éste es el triple sentido del título Un cero infinito, simbolizar la condición paradójica de la existencia, determinada por la propia mediación cultural, en la figura que identifica unidad, totalidad y vacío,[3] aplicable a mi propia experiencia, al presente libro y al ejercicio mismo del conocimiento que en la actualidad llamamos Ciencia; la civilización, la condición humana.[4]
Así, se podría considerar este artefacto literario en la misma dirección del blog, la novela histórica, la autoficción, la ciencia ficción, el ensayo poético o audiovisual, el docudrama y el falso documental, pero en sentido contrario: aquí no se trata tanto de buscar nuevas fórmulas narrativas para presentar temas complejos de manera digerible y sencilla, a fin de entretener al mayor número de consumidores posibles, como habilitar estrategias de interpretación crítica, nuevas formas de lectura que permitan relacionarse con la ficción científica [5] en toda su complejidad. Pienso que el antecedente más directo sería La danza de la realidad (Alejandro Jodorowsky, 2001), con la radical diferencia que hay entre autobiografía, la evocación retrospectiva que da sentido al presente, y esta Tanatografía, herramienta para la prospección (Imaginación) que transforma continuamente la falsa expectativa del futuro en su realización inmediata; el remake de la psicomagia en el siglo XXI.
En cualquier caso, se trata de integrar los distintos géneros mediante la conexión implícita resultado de su yuxtaposición orgánica espontánea, precisamente para lograr superar su aparente diferencia, y constatando la hibridación anfibia: Realidad – Representación, Naturaleza – Cultura, Arte – Vida… Lo que sin duda supondrá un problema en las estanterías de las tiendas, ya que este libro podría ser ubicado indistintamente en ningún sitio entre la filosofía del arte, el ensayo sociológico, la divulgación científica, la cultura digital, la autoayuda, el esoterismo o lo que es peor, las nuevas tendencias de comunicación y diseño, experimentos trans-mediáticos o posmodernos (¿cómic conceptual?), por supuesto, dependiendo siempre de los criterios comerciales establecidos; sección Miscelánea, Cajón de sastre.
En consecuencia, este prólogo es un aviso a la lectura que espero valga para adelantar los contenidos, procurando un contexto para facilitar su mejor comprensión, y de paso reconocer las deficiencias de una obra que no destaca por la destreza de su responsable en ningún oficio, aunque puede resultar interesante si se atiende a los fallos cometidos, se podría decir producto de un estilo inconsciente que consiste en convertir los defectos en virtudes. Porque estos escritos contienen el recorrido de lo que piensa en mí a lo largo del tiempo, en sus accidentes, al principio considerados pasos previos necesarios para elaborar una obra posterior y finalmente reconocidos como materia prima, auténticos, válidos en sí mismos.
Aunque en el subtítulo del libro se destaca un intervalo concreto, considerado la parte central de mi investigación, durante el proceso mismo de intentar publicar mis ideas se hace patente la necesidad de mostrar el ciclo completo, considerando la etapa de mi formación académica una digna Primera parte. Lo comento porque tengo la sensación, sobre todo en esa época, de explicar más por lo omitido que por lo dicho; mi ignorancia es más fecunda que mis intuiciones y por eso la difícil lección estriba en saber aprender de los herrores, pasarse con decisión,[6] tirando piedras contra el tejado propio.
Y es que la transcripción de mis diarios ya implica en cierta medida una forma de autocensura en la corrección, un filtro múltiple que merece ser explicado para demostrar que no hay trampa ni cartón en el artificio, o de lo contrario debería ser considerado un magistral fabulador.
La modificación sobre el contenido original se limita, en primer lugar, a la propia selección de los documentos, presentados en orden cronológico y disponibles en su totalidad en la versión digital.[7] Los motivos de la criba responden, como en los siguientes casos, a mejorar la fruición de un material denso y disperso, para no frustrar el contacto con un texto abiertamente hermético. Igual que la típica historia que no explica de forma progresiva sus detalles, solo comprensibles después de haber terminado, aquí se busca favorecer las aproximaciones fragmentarias o transversales y relecturas, lo que requiere detenimiento y reflexión, actividad no apta para quien espera ser llevado sin esfuerzo de la mano.
En segundo lugar, he procurado corregir las incorrecciones gramaticales que dificultan el significado de lo dicho, modificando si acaso algún término o expresión por el contrasentido con lo pensado, en definitiva, por hablar de lo que no se sabe, por no conocer las palabras o los conceptos empleados.
Y tercero, las anotaciones realizadas durante la edición se señalan entre corchetes [ ] o en las referencias numeradas, que sirven para explicar lo que no queda claro en la medida de lo posible, además de su uso convencional a modo de cita o bibliografía.[8] Como sucede con la tecnología necesaria para llevar a cabo mis proyectos, esbozados en la Cuarta parte del libro, la existencia de Internet ofrece la posibilidad de consultar inmediatamente cualquier referencia desconocida sin tener por qué dar más explicaciones, estableciendo una retroalimentación con los contenidos relacionados, un juego que posibilita diferentes niveles interpretativos, de su colisión en el encuentro surrealista literario.[9]
Tampoco se debe pasar por alto la relevancia de las imágenes, tan importantes o más que las propias palabras, relacionadas con el texto de forma interdependiente, lejos de la mera ilustración. No en vano mi trabajo se resuelve mediante la producción simbólica en el sentido más amplio.[10]
Para terminar esta justificación a modo de preámbulo, El Arte de la Magia Real y el Materialismo Simbólico se relaciona con la Conclusión de la Tercera parte, que en forma de libro llamo Hipo(sín)tesis, el intento de condensar mis hallazgos en forma sistemática mediante un comentario de imágenes, o crítica artística, una vídeo-conferencia accesible en un entorno hipermedia, próximamente. Desde mi perspectiva, este libro es una estrategia para realizar los proyectos que se derivan de mis investigaciones; la finalidad última nunca ha sido la publicación. Incluso, en un momento determinado fui completamente consciente de, antes que pretender escribir mis pensamientos, hiperrealizándolos,[11] prefería intentar llevarlos a cabo en la propia vida.
Empleando la jerga adecuada, hay que saber diferenciar entre las consecuencias si se opta por los efectos de la Magia del Caos o se prefiere el camino de la Opvs Magnum que conduce a la Enteosofía : [12] no querer modificar la realidad, sino cambiar el mundo a través de sí.
Las leyes de la intuición determinan la diferencia del resultado en la relación entre lo pensado, lo dicho y lo (híper)realizado.
Ahora tengo claro que la finalidad última de la escritura, como todo en esta vida, es morir en paz consigo mismo. A partir de ahora ya no depende solo de mí.
ctrl.TXZ[13] en un teclado PC implica las funciones: Transformar – Cortar – Deshacer.
[1] “Todo el mundo sigue hablando de ello, pero nadie consigue hacerlo. Yo lo intento, cansado, cansado de escuchar, escuchando, sabiendo que la mierda va a salpicar (correr, salir, saltar).” Traducción libre.
[2] El término Cultura, o intercambio simbólico, se refiere al conjunto de las cosas artificiales producidas por nosotros, auto-proclamados seres humanos, tanto los objetos y las acciones que modifican lo material, como el sentido que damos a esos gestos ritualizados y a las construcciones, ideológicas, abstractas, inmateriales, que según se cree en la actualidad residen en el interior de nuestras cabezas, en la química de nuestros cerebros. Y en otro ámbito, el tránsito del inconsciente a la auto-consciencia.
[3] Symploké. Misterio de La Santísima Trinidad. Máquina hierogámico-sacrificial de Pedro Bustamante.
[4] La relación entre subconjuntos auto-similares: Existencia > Realidad > Cultura > Ciencia > Tecnología…
[5] Aprovechando la confusa traducción literal de Science Fiction por Ciencia ficción, aquí se refiere a su reverso, es decir, a la forma de conocimiento presente en la ficción, en el artificio. Y además dar cuenta del carácter ficticio de la tecno-ciencia actual que afirma revelar la realidad objetiva, la verdad.
En las antípodas de la propuesta hipersticial de Francisco Jota-Pérez, por ejemplo. O aún peor.
[6] El consejo de mis amigos, Tatán y Pablo respectivamente. Genialidad iluminada, sabiduría popular.
[7] Próximamente, cuando se realice la versión impresa.
[8] Que en la versión digital estará abierta a la participación, con argumentos, en las respectivas materias.
[9] Entre un paraguas y una máquina de coser sobre una mesa de disección (Conde de Lautréamont).
[10] Que en forma digital también incluye audio y vídeo.
[11] Si realizar algo es llevarlo a cabo, materializando una idea, hiperrealizarlo es llevar a cabo su simulacro, o aparentar hacerlo materializando la idea de la idea (Jean Baudrillard).
[12] “El conocimiento desde sí (y no fuera de mí)”, la forma de llamar a lo que hago, en concreto un dispositivo artístico detallado más adelante. Lo opuesto a Teosofía y Antroposofía, más cerca quizá de Prometheia (Alan Moore, Esquilo, Calderón, Goethe, los Shelley, Byron, Beethoven, Orff, Liszt, Scriabin…)
[13] Artista multi-mierda que nunca ha cobrado por realizar sus obras. Se vende.